¿Qué pasa en nuestra mente cuando afrontamos una situación que no nos gusta? Por ejemplo, estamos en la cola del banco y hay una persona adelante que se está demorando, nuestra reacción normalmente es molestarnos, renegar y hasta quejarnos. Me pregunto: ¿realmente el problema está en el banco? ¿en el cajero? ¿en la señora que se demora? Yo diría que el problema es de nosotros, del cómo estamos interpretando el tener que esperar, realmente no estamos aceptando lo que no podemos controlar.
En un momento de rabia, ¡STOP! no hagamos nada, podríamos cometer un error del que nos vamos a arrepentir, a veces decimos o hacemos cosas sin pensar: herimos, juzgamos y hacemos daño incluso a los que amamos. Aprendamos a detenernos y si es necesario, alejémonos unos minutos, respiremos profundo, contemos hasta diez… ¡NO HAGAS NI DIGAS NADA!
Aprendamos a desmenuzar el problema, identifiquemos los factores que están involucrados y resolvamos uno por uno. Como cuando un nylon se nos enreda, vayamos sacando hilito por hilito. No vamos a resolver todo enseguida, pero si aclaramos una situación a la vez lo lograremos. Es importante ver el problema como si le pasara a otro, ojalá a un ser que apreciamos, lo que hará que podamos resolverlo más fácil, viendo la situación desde la otra orilla.
Es muy importante que olvidemos rabias anteriores, para enfocarnos en resolver “ésta” situación, la que ahora nos está incomodando, no traigamos al presente cosas del pasado, peleas anteriores, ni rencores reprimidos. ¡El tema a resolver es uno y es el único! Controlemos las emociones, éstas no son parte de nuestro cuerpo, por lo tanto, podemos soltarlas apenas nos dispongamos, no dejemos que la emoción sea el factor que nos haga tomar una decisión.
Evitemos las suposiciones, casi siempre son negativas y nos causan mucho sufrimiento y recuerda: la felicidad es un camino que construyes día a día con tus decisiones y tú decides si quieres resolver una situación o vivir por mucho tiempo con ella.