En la actualidad América Latina vive una situación nutricional de su población llamada transición, la cual se caracteriza por combinar deficiencia en la ingesta de nutrientes, reflejando esta situación en casos de desnutrición crónica en la infancia (retraso en el crecimiento) y la deficiencia de micronutrientes (vitaminas y minerales), y de otra, a exceso de peso (sobrepeso y obesidad); Colombia no es ajena a estos casos donde prima el desequilibrio en la dieta que llevan a diario nuestra población, y son los primero años de vida donde se inician estos problemas de malnutrición.
Tradicionalmente se ha reconocido la importancia de la alimentación humana para la nutrición y la salud, sin embargo, es más bien reciente el conocimiento de su papel estratégico durante los primeros mil días de vida- contados desde la gestación y hasta los dos años, para el desarrollo del cerebro. Durante este periodo, ocurre la formación de miles de millones de células nerviosas y toda una red de comunicación entre ellas, que permite la transmisión y recepción de información entre el cerebro, el cuerpo y el medio ambiente, un proceso que se ve favorecido directamente por la lactancia materna y la alimentación complementaria adecuada, o que por el contrario, resulta impedido o limitado por efectos de una mala nutrición.
El reconocimiento de este periodo crítico para el crecimiento y el desarrollo es una razón poderosa para considerar la primera infancia como una “ventana de oportunidades” para actuar en el mejoramiento de la salud, la nutrición, el crecimiento y el desarrollo de las niñas y los niños, y asegurar el éxito en sus vidas.
Por:
Julieth Ariza
Coordinadora de Salud y Nutrición
Fundación Tiempo Feliz