¡Sí! Definitivamente sí hay que hablar con nuestros niños sobre el coronavirus y todo lo que esto conlleva, pero hay que saberlo hacer de manera constructiva y en forma positiva.
Es inevitable que nuestros hijos se pregunten a diario sobre la situación del COVID-19, en cosas tan cotidianas como ¿por qué no volví al colegio?, ¿por qué mis papás ya no trabajan?, ¿por qué no puedo ir a visitar a mis abuelos?, entre muchas otras. Lo importante aquí es que debemos darle respuesta a cada una de sus preguntas.
El pánico social a raíz del virus genera miedo en los niños, quienes no son ajenos a la gran cantidad de información sobre la pandemia que circula en la televisión, en los comerciales de redes sociales y hasta en los comentarios de sus familiares.
Como padres, madres y cuidadores tenemos la gran responsabilidad de acompañar ese proceso, si nos resulta difícil de asimilar a nosotros como adultos, para ellos es aún más desconcertante y angustiante, si no tienen respuestas a sus preguntas. Es sumamente importante que los padres y los mismos maestros, que están en contacto virtual con los niños, les demuestren confianza para que ellos puedan preguntar sobre sus dudas, aspecto que va a disminuir su ansiedad y miedo indudablemente.
Hablémosles siempre con la verdad, con claridad y no con ficción: ¡El coronavirus no es un monstruo, es una infección que pasa de persona a persona! Un virus que provoca infecciones respiratorias en los seres humanos, casi siempre con síntomas muy suaves como tos y fiebre. Pero para ello, médicos, enfermeros, investigadores y muchos profesionales de la salud están trabajando para conocer más sobre el virus, encontrar una vacuna que lo detenga y saber qué medicamentos funcionan para uno recuperarse.
Al hablar de ello, hagámosles comprender el valor del servicio y del trabajo de estas personas, al igual que por los transportadores, los cocineros de los restaurantes donde pedimos los domicilios, quienes recogen las basuras de las casas y edificios, los vendedores de las tiendas y por todos aquellos quienes continúan afuera tratando de hacernos más amable el momento. Por todos ellos, debemos sentir admiración por su entrega, dedicación y valentía para estar en las calles ayudando a los demás.
Estamos en casa porque acá estamos protegidos, acá nos cuidamos entre nosotros como familia, mientras que los encargados de frenar la enfermedad encuentran la solución. Y acá es la oportunidad perfecta para enseñarles que nosotros, desde casa, podemos ayudar a mejorar la situación con buenas pautas de higiene, lavándonos las manos constantemente, al toser y estornudar hacerlo sobre el codo o con un pañuelo, entre otros.
Si estamos viendo noticias y nuestros hijos están cerca siendo receptores de esta información, así no pregunten, tengamos la tranquilidad de decirles que en la tele están dando muchas noticias sobre el virus porque se ha expandido por muchos países y hay un gran número de personas que están infectadas. Debemos tener presente que nuestros hijos necesitan comprender lo que sucede y no podemos aislarlos de las noticias.
Acompañemos a nuestros hijos en sus diversas emociones y sentimientos que seguramente van a ir apareciendo durante el encierro, comprendamos juntos que esta situación es nueva para todos, que está bien que haya días en que nos sintamos tristes, aburridos, desesperados, tanto papá, mamá, el hermanito, él mismo, todos en casa podemos tener este momento. ¡Se vale sentirse así y debemos respetar dichos espacios y sentimientos!
En un futuro tendremos adolescentes y adultos más comprensivos con el sentir y el vivir del prójimo y habremos construido puentes que cierren brechas, porque viviendo esta experiencia habremos aprendido lo valioso de la vida: la familia, los amigos y el poder de un abrazo.