Padres agobiados. Niños frustrados. Tareas por cumplir. Maestros impartiendo clases mediante esquemas virtuales. Dependencia en la conectividad, pero con una comunicación que no reemplaza la dinámica de la escuela presencial. Dudas acerca de la relevancia de los contenidos, de los rezagos en la preparación. Intervención de los padres en las tareas para solventar explicaciones insuficientes, dar soporte tecnológico, tomar evidencias del trabajo y enviarlas a los maestros. Trabajos que mantienen ocupados a niños, a sus padres y a los mismos maestros. En este estado general que por la coyuntura actual, -una pandemia que nos ha llevado a un confinamiento prolongado que irá cediendo por etapas-, prevalece la inquietud de si lo que se está haciendo representa un verdadero aprendizaje y avance escolar.
De los múltiples aprendizajes que surgen de esta situación, uno de ellos es lo evidente que se ha hecho la relevancia de los maestros y la necesidad de una interacción presencial para aprender del profesor y de los pares. Esto debería ser una advertencia o alivio, para aquellos padres que intentan suplir al profesor. Un padre o cuidador no podrá con pocas horas o meses suplir estrategias y métodos de enseñanza que a los profesionales les ha tomado años, -de estudios teóricos y de puesta en práctica-, desarrollar por no mencionar también la llamada vocación.
En este nuevo modelo educativo, ¿qué nos queda hacer como padres? Y, aun cuando pase el acuartelamiento y se pueda retornar a la presencialidad en las escuelas, ¿qué habremos aprendido acerca de la educación y el rol del hogar en los aprendizajes? Si bien de momento los contenidos y los métodos virtuales no se equipararan con la enseñanza que veníamos desarrollando de modo presencial, lo más relevante no debería ser intentar condensar currículos académicos en el tiempo restante, y mucho menos siquiera pensar en cubrir el plan académico inicial (prepandemia). Como padres deberíamos estar, -ahora y siempre-, más interesados en que los niños y jóvenes no dejen de desarrollar su capacidad de pensamiento. La clave está en algo muy básico y primario, a lo que poca importancia y presencia dentro del hogar le atribuyen la gran mayoría. Algo que no solo es un atenuante de la crisis escolar, es un elemento que impacta el desarrollo humano más allá de la escolaridad.
Y en eso, la tarea no le corresponde exclusivamente a la escuela.
Desde su nacimiento, como padres podemos propiciar de manera natural muchas interacciones que estimulan las capacidades psicolingüísticas de los niños. La escolarización será un eslabón más de la cadena, pero enseñar a pensar no es tarea solo del maestro. Si nos preocupamos por educar en la casa y en la escuela a niños con capacidades de pensamiento critico, no habrá real atraso en la escolaridad, si lo consideramos a largo plazo. La transición a la virtualidad y el posterior regreso a la escuela presencial serán solo vaivenes de un proceso de aprendizaje más robusto que debe estar presente siempre: aprender a pensar.
¿Qué podemos hacer desde casa? Enseñar a pensar. Ergo, leer. La lectura es una actividad que además de generar placer y vínculos emocionales, tanto con uno mismo (formación de la identidad) como con el mediador con el que se comparte la lectura (padres, hermanos, abuelos), es una actividad intelectual de segundo orden. Es decir, no solo pensamos, sino que descubrimos cómo pensar. Más allá de la situación concreta sobre la que pensamos, nuestro cerebro aprende y desarrolla estructuras de pensamiento aplicables a otras situaciones de vida. Es decir, pensamos críticamente sobre aquello a lo que nos enfrentamos. Más que conceptos, nuestro cerebro desarrolla estrategias que aplica al enfrentarse a nuevos contenidos o situaciones. Y la lectura, es un ejercicio intelectual que mantiene este mismo proceso. No solo leo, sino que pienso sobre lo que leo, y al hacerlo pienso sobre lo que pienso cuando leo. Pienso sobre mi propio pensamiento (lo que pienso cuando leo) a través del pensamiento de otro (aquello que nos comunica la producción textual que leo). Esta transición del pensamiento concreto al pensamiento abstracto, – atribuidos comúnmente al pensamiento infantil y al adulto respectivamente-, es quizás uno de los desarrollos más significativos a nivel cognitivo. Y leer es una actividad intelectual que estimula este desarrollo, pues leer y pensar conservan las mismas estructuras intelectuales.
La taxonomía de Bloom (1956) estructura los distintos procesos de aprendizaje y se ordenan desde las habilidades de orden inferior a las habilidades de orden superior. El desarrollo de los procesos de pensamiento debería pasar de los ordenes inferiores (pensamiento concreto) a los superiores o complejos (pensamiento abstracto). La lectura es una de las actividades intelectuales que emulan y modelan estas fases del proceso cognitivo.
Si estamos de acuerdo con que educar debe ser fundamentalmente coadyuvar en el desarrollo de habilidades de pensamiento más que en la acumulación de conceptos, enfocarnos en leer en casa será un espacio constructivo fundamental. Tanto para que ahora en cuarentena, o en dos o diez años, el otro mes o en dieciocho, y luego en la vida adulta, quien lee seguirá fortaleciendo sus habilidades psicolingüísticas y las asociadas al pensamiento critico. Padres, esto no es cosa menor.
Aunque nos pueda parecer coherente y plausible que la lectura sea tan ventajosa, la gran mayoría de padres no logran asir el impacto de la lectura. Al ser un desarrollo menos tangible que dar los primeros pasos, o patear un balón de futbol, o construir una maqueta, las habilidades de pensamiento son las responsables de que muchas de las interacciones lingüísticas y asociaciones estén presentes, incluso antes del balbuceo de las primeras palabras. A saber, pensar antecede al lenguaje.
Aún así, es posible medir el impacto de la lectura en el desarrollo de los niños. Y si aislamos el factor escolar, podremos también determinar qué tanto de la lectura en casa es responsable del avance psicolingüístico de los niños. Es decir, si leemos en casa, incluso antes de que los niños inicien su escolarización, podremos impactar el desarrollo de sus habilidades cognitivas a muy temprana edad.
Muchos estudios se han aproximado a la realidad de estas prácticas o ambientes lectores en casa (HLE, Home Literacy Environments por su sigla en inglés), y sus resultados. Desde diversas disciplinas que con casos de estudio, modelos estadísticos e imagenología de resonancias magnéticas cerebrales (IRM), revelan los impactos de la lectura en el cerebro y sus habilidades.
El impacto en la materia blanca del cerebro
Al nacer, un bebé puede tener alrededor de 86.000 millones de neuronas[1] pero las conexiones entre estas son incipientes y se estiman en tan solo 253 millones. Estas redes neuronales van desarrollándose y logran alcanzar alrededor de 1.000 billones alrededor de los cuatro años, el mayor número que un humano tendrá en su vida. Estas conexiones entre neuronas ocurren debido a procesos electroquímicos, pudiendo una neurona sintonizar con otras 10.000 más..
A lo largo de la vida, los humanos experimentamos cambios en la formación cerebral, los más importantes de estos ocurren con las podas neuronales. La poda neuronal no es sino un proceso de depuración que el cerebro realiza para eliminar excesos de neuronas y sinapsis neuronales, con el fin de reestructurar y fortalecer las conexiones cerebrales más utilizadas y desechar las menos, permitiendo así al cerebro enfocarse y centrarse en tareas más complejas que prescinden de las asociaciones simples construidas en la etapa infantil. Las podas neuronales más masivas ocurren alrededor de los dos años de edad y luego en la adolescencia, desde el inicio de la maduración sexual hasta alrededor de los veinte años.
A los 14 años el cerebro ha depurado un gran numero de conexiones inutilizadas para hacer su funcionamiento más eficiente.
¿Qué relación tiene esto con la educación y la lectura? El proceso de formación de conexiones entre neuronas se potencia con el aprendizaje y en general con las experiencias estimulantes que sus cuidadores le proveen al niño. No es solo incrementar la materia gris, – las células cerebrales-, sino las fibras llamados tractos nerviosos, por las que las sinapsis viajan. Es decir, estimular su organización lo que potencia su funcionalidad y la habilidad para aprender. Las experiencias enriquecedoras integran esos aprendizajes al cerebro haciéndolo, si se puede decir, mejor “cableado” especialmente en los primeros años de vida.
Según Pascual-Leone (2015), “En el sistema nervioso hay una poda programada modificable por experiencias, si uno no tiene una infancia con estímulos adecuados hay una pérdida de la poda y si hay una pérdida de la poda al final hay una pérdida de capacidades con el tiempo (…) tener más conexiones de las que necesitas no es bueno, es ruidoso y costoso para el cerebro (…) Y por lo tanto el reto de la vida inicial del niño, de la educación al fin y al cabo, es guiar esa poda. La capacidad dinámica del sistema nervioso define lo que llamamos su capacidad plástica, su plasticidad, su capacidad de adaptarse al medioambiente e ir cambiando. Y por lo tanto, el reto de la educación, no es activar la plasticidad, la plasticidad es una propiedad del sistema nervioso. El reto es guiarla, es que se poden algunas cosas y no se poden otras, y los buenos profesores saben hacer eso sin tener la más remota idea de Neurobiología. (…) Una de estas actividades que guían la poda, entre otras, es pensar antes de actuar. El pensar mismo es una actividad cerebral y cambia tu cerebro. Puede potenciar conexiones o puede mermarlas.“[2]
El Cincinnati Children’s Hospital condujo un estudio de IRM en niños entre los tres y los cinco años como parte de las investigaciones de su Reading & Literacy Discovery Center. Este es uno de los primeros estudios que provee evidencia neurobiológica acerca de los beneficios de la lectura y los potenciales efectos negativos del tiempo en pantallas en el desarrollo cerebral de un niño.
Imágenes del estudio de Hutton et al. (2019). El rojo señala el incremento organizada en la materia blanca en las zonas relacionadas con el desarrollo del lenguaje de un cerebro en edad preescolar.
Se estudiaron 47 niños que provenientes de hogares con mayor estimulo lector (HLE) mostraron mayor formación integral de tractos en la materia blanca (las fibras nerviosas), esencialmente en las áreas asociadas al lenguaje y alfabetismo. Otros estudios citados también indican que el desplazamiento en las prácticas lectoras del hogar en reemplazo por mayor tiempo en las pantallas resultaron en menores medidas de integridad (organización y mielinización) de la materia blanca. [3] Esta investigación además de las IMR, correlacionó con pruebas cognitivas cuyos resultados estuvieron en línea con lo planteado: niños expuesto a las pantallas por más de una hora diaria presentaron resultados inferiores en las pruebas relacionadas con habilidades lecto-escritoras tempranas y menos habilidad para utilizar el lenguaje expresivo.
Mediciones psicolingüísticas
Otros estudios se han centrado en pruebas psicolingüísticas para analizar el impacto de la lectura en los menores. El Departamento de Educación los Estados Unidos a través de su Instituto de Ciencias de la Educación (IES) y el proyecto What Works Clearing House (WWC) evalúa los estudios recientes de diversos programas de educación, políticas y planes de intervención destinados a mejorar los resultados estudiantiles.
Dentro del gran abanico de estudios, es especialmente relevante para este análisis el conducido por Whitehurst et al. (1988). Mediante una intervención en casa, diseñada para optimizar la lectura con niños menores de tres años en el hogar, se dividió al grupo de estudio en dos. Los padres en grupo experimental recibieron la instrucción de leer a sus hijos poniendo en práctica estrategias conocidas como lectura dialógica o interactiva. En resumen, un conjunto de interacciones durante el acto mismo de lectura, que incluyen la formulación de preguntas abiertas, responder positivamente a los intentos de parte de los niños a contestar estas preguntas, entre otras. Los padres del grupo de control recibieron la instrucción de leer del modo acostumbrado o normal, es decir, leer el libro de corrido sin interrupciones ni pausas para interactuar. Después de un mes de poner en práctica ambas lecturas, los niños del grupo experimental mostraron resultados superiores en marcadores psicolingüísticos y de productividad y complejidad lingüística tales como el LME (longitud media de la enunciación, o palabras promedio por enunciado) y menos frecuencia de respuestas con palabras individuales. Específicamente, los niños del grupo experimental mostraron una ganancia de 6 meses en vocabulario expresivo y de 8.5 meses en fluidez del lenguaje expresivo.[4] Una evaluación posterior a los nueve meses de la intervención, reveló que aunque estadísticamente disminuidas, las diferencias en medición entre ambos grupos se sostenían
Muchos otros estudios posteriores[5] han puesto en práctica estudios de intervención similares con resultados concluyentes acerca del impacto de la lectura interactiva en el desarrollo del lenguaje, en sus estructuras más no en el procesamiento fonológico siendo esto primero lo asociado a los procesos de pensamiento de los que hasta el momento hemos estado tratando. Y cabe anotar, que estas diferencias en progresos se sostienen en el tiempo. De otro modo, el tiempo invertido en estrategias estimulantes tales como la lectura interactiva, funcionan como procesos asentados, que se depositan, se convierten en un “cableado” cerebral y no en efectos transitorios sobre el desarrollo cognitivo.
Leerle a los niños: tan vital como la alimentación
En nuestro deseo de darle lo mejor a los hijos, como padres nos preguntamos qué de todo lo que podemos hacer realmente tiene un impacto significativo. Un grupo de investigadores de New York University se dieron a la tarea de contestar la pregunta, “¿cómo hacer a un niño pequeño más inteligente?”. O dicho, de otro modo, ¿pueden las intervenciones realmente incrementar significativamente la inteligencia? Y si pueden, ¿cómo lo hacen?
A través de un escrutinio exhaustivo con procedimientos meta analíticos de los resultados de pruebas controladas en niños desde el nacimiento hasta el preescolar contenidos en The Database for Raising Intelligence (DORI), los investigadores Protzko, Aronson y Blair encontraron cuatro tipos de intervenciones que arrojaban resultados positivos en cuanto al incremento de la inteligencia de los niños. Específicamente, 1) brindar alimentación suplementaria a madres gestantes y neonatos con ácidos grasos poliinsaturados (i. e., nueces, semillas, aceites vegetales, peces como el salmón, atún y la trucha), 2) enrolando a los niños en intervenciones o experiencias educativas tempranas, 3) la lectura interactiva y 4) el ingreso de un niño al preescolar. Centrándonos aquí en los resultados a partir de la implementación de la lectura interactiva por parte de los padres, a partir de 499 participantes se obtuvo que este tipo de lectura incrementa su coeficiente intelectual (CI) en más de 6 puntos. Cabe anotar que este meta-análisis obtuvo que la alimentación suplementaria a la madre y la formula del infante aumentó el coeficiente en 3.5 puntos.
Correlación entre el CI no-verbal y verbal y el reading scales score (puntuación escalada de lectura). Del estudio de Bishop et al. (2004)
¿Cómo leerles a los niños en casa?[6] Esto amerita otro espacio dedicado solo a ello pero por el momento es importante comenzar por saber que la lectura corriente, es decir, la que por estereotipo vemos como el acto pasivo en que el adulto lee y el niño solo escucha, no es la que hemos venido analizando.
El Dr. Grover Whitehurst, en unión con el Proyecto Stony Brook de Lectura y Lenguaje, desarrollaron el concepto de lectura dialógica y un resumen de sus estrategias y pautas está disponible en múltiples sitios web. No es un programa elaborado ni para los educadores ni para padres ni un entrenamiento mental complejo para los niños. Los hallazgos de Whitehurst mostraron que solo tomaba un par de horas enseñar a los padres o educadores como leer de manera interactiva con los niños.
En resumen, la lectura dialógica se fundamenta en la lectura repetida de un libro e interactuar en torno lo leído mediante preguntas que el adulto hace al niño durante la lectura. Los tipos de preguntas combinan niveles, es decir, desde preguntas básicas del tipo qué, quien, por qué, que buscan respuestas especificas y concretas; preguntas abiertas en las que el adulto alienta al niño a compartir algo que está pesando sobre el texto, y preguntas más avanzadas que invitan al niño a vincular lo leído con su vida propia (text-to-life y viceversa). Dicho esto, leer con los niños no es solo narrar en voz alta, sino sostener una conversación sobre lo que se lee. Y esto se puede, se debe, poner en práctica desde temprana edad.[7]
Tipos de preguntas o inductores de la conversación durante la lectura con el modelo de lectura interactiva.
Su implementación es tan sencilla que su bajo costo debería ser un factor decisivo para ser instrumentado tanto en casa como de uso extendido en los centros educativos. La sola noción de que no solo es importante leer, sino como leer y que las técnicas de cómo hacerlo están al alcance de todos, ya hace que esta revelación tenga el potencial de cambiar vidas.
Para comenzar, destina un espacio para leer en casa, como mínimo 15 minutos, y con los días ve ampliando la ventana de tiempo que dedicas a leer con los niños en un espacio compartido. Hazlo con regularidad, si puedes todos los días. Reemplaza un programa en la televisión, un capítulo de la serie en streaming, los videos de youtube, las redes sociales, y por esos minutos lee de forma interactiva, i. e. conversa sobre lo leído mientras leen. Regálale ese espacio de lectura mediada. El regalo no es solo para el niño. Es para ustedes padres, también.
Nota: En términos de políticas públicas en torno a las tecnologías y la educación, la necesidad de contar con dispositivos tales como computadores y tabletas para disminuir la brecha tecnológica y conectar los territorios, los alumnos y las escuelas, no es discutible. Sin embargo, no por ello se debe prescindir de una formación en estrategias de lectura no solo en los alumnos sino a los mismos docentes. Un corpus académico que privilegie el pensamiento, un volver a las humanidades como aboga Martha Nussbaum (2010), haría que la gran brecha entre ciudadanos pensantes y autómatas se acortara. Las humanidades enseñan a pensar críticamente, lo cual es necesario para generar independencia en las acciones, resistencia inteligente y empatía.
ALEXANDRA VIVES GUERRA
Economista con énfasis en Economía Avanzada. Master en Libros y Literatura Infantil y en Promoción de la Lectura.
Notas:
[1] Dato curioso: Durante décadas se calculaba que el cerebro humano al nacer tenía 100.000 millones de neuronas, numero que constituía la referencia estandarizada entre científicos y en la literatura neurocientífica. En 2005, la Dra. Suzana Herculano-Houzel realizó un estudio con un método de cuantificación denominado como sopa de cerebro, en el que determinó que la cifra era más cercana a los 86.000 millones de neuronas. Pareciera una pequeña diferencia, pero 14.000 millones son el número total de neuronas de un mandril. Mantener el cerebro en funcionamiento requiere de un gasto energético importante e indica que nuestra dieta evolucionada de alimentos crudos a cocidos, permitiría que tuviésemos más calorías por consumidas al día que el resto de las especies, lo que nos permitiría sostener el gasto energético de nuestros cerebros con más neuronas.
[2] Pascual-Leone, A. (2015). Min “29 – “32.
[3] Para mayor información y visualización de las IRM consultar el artículo de Hutton et al. (2019)
[4] El lenguaje expresivo es el uso de las palabras, oraciones, gestos y escritura para transmitir significados y mensaje a otros. Las habilidades asociadas al lenguaje expresivo incluyen la capacidad de nombrar objetos, describir acciones y eventos, y unir palabras en frases usando la gramática correctamente.
[5] Véanse los informes del WWC 2007 y 2010, el estudio de Şimşek, Zeynep & Işıkoğlu Erdoğan, Nesrin (2015) y Zevenbergen y Whitehurst (2003).
[6] Para el presente artículo nos hemos centrado en estrategias para los padres. Sin embargo, la lectura interactiva no limita su aplicación al hogar sino para educadores y mediadores en general.
[7] Para mayor detalle de las estrategias que conforman la lectura dialógica o interactiva consultar : Sidler, Jessica (2017) y el enlace del National Institute for Literacy.
Bishop, Dorothy & Snowling, Maggie. (2004). Developmental Dyslexia and Specific Language Impairment: Same or Different?. Psychological Bulletin. 130. 858-886. 10.1037/0033-2909.130.6.858.
Hutton, John S.; Dudley, Jonathan; Horowitz-Kraus, Tzipi; DeWitt, Tom; Holland, Scott K. (2019). Associations between home literacy environment, brain white matter integrity and cognitive abilities in preschool-age children. Acta Pediátrica. 2019;00:1–11.
Inhelder, B & Piaget, J. (1955 – 1972). De la lógica del niño a la lógica del adolescente. Buenos Aires: Paidos.
National Institute for Literacy. A Child Becomes a Reader. Proven ideas from research for parents. https://lincs.ed.gov/publications/pdf/readingk-3.pdf
Nussbaum, Martha C. (2010) Not for profit. Why democracy needs the humanities. Princenton University Press.
Pascual-Leone, A. Promoviendo la Salud Cerebral. Conferencia ofrecida en el marco de la celebración del 50 aniversario del Institut Guttmann. 5 de octubre de 2015. Barcelona.
Protzko, John; Aronson, Joshua; Blair, Clancy (2013). How to Make a Young Child Smarter: Evidence From the Database of Raising Intelligence. Persepectives on Psychological Science 2013 Jan; Vol 8 Issue 1:25-40. doi: 10.1177/1745691612462585.
Randerson, James. How many neurons make a human brain? Billions fewer than we thought; February 2012.
Sidler, Jessica (2017). Lectura dialógica: Conversemos sobre los libros. Iowa Reading Research Center.
Şimşek, Zeynep & Işıkoğlu Erdoğan, Nesrin. (2015). Effects of the Dialogic and Traditional Reading Techniques on Children’s Language Development. Procedia – Social and Behavioral Sciences. 197. 754-758. 10.1016/j.sbspro.2015.07.172.
U.S. Department of Education. WWC Intervention Report: Dialogic Reading.
– Early Childhood Education. Revised February 8, 2007
– Early Childhood Education Interventions for Children with Disabilities. April 2010.
Whitehurst, G. J., Falco, F. L., Lonigan, C. J., Fischel, J. E., DeBaryshe, B. D., Valdez-Menchaca, M. C., & Caulfield, M. (1988). Accelerating language development through picture book reading. Developmental Psychology, 24(4), 552–559.
Zevenbergen, A. A., & Whitehurst, G. J. (2003). Dialogic reading: A shared picture book reading intervention for preschoolers. In A. van Kleeck, S. A. Stahl, & E. B. Bauer (Eds.), Center for Improvement of Early Reading Achievement, CIERA. On reading books to children: Parents and teachers (p. 177–200). Lawrence Erlbaum Associates Publishers.