Como padres, no debemos confundir no ser sus amigos, con estilos de crianza rígidos o autoritarios, y tampoco ese pretender ser sus amigos con tener una buena relación, una de confianza con nuestros hijos. Somos sus padres no sus amigos, padres y amigos son roles diferentes. A pesar de que seamos siempre la misma persona, no actuamos igual ante unos y ante otros: no es lo mismo comer con tus padres que con tus amigos de toda la vida, por mucha confianza y buena relación que tengas con ambos.
Si rompemos la línea que separa los roles de padres y amigos quizá estemos haciendo que se pierdan algunos aspectos positivos del rol de padres. Tenemos algo muy bonito para compartirles: amor puro, edad y experiencia. Todo esto es aplicable a los niños, a los adolescentes, a nuestros hijos: necesitan a sus padres… y a sus amigos, y necesitan que no sean la misma persona.