Por:
Juliana Olmos
En algunas ocasiones, por amor y deseo de “cuidar” a tu hijo, tiendes a no dejarlo vivir la vida, experimentarla y sentir la responsabilidad de las decisiones que tome. Desde que nace, tu hijo está tomando decisiones y es tu deber acompañarlo de manera respetuosa, amable, protectora, pero no invasora.
- Sin darte cuenta, tiendes a protegerlo de todo: “cuidado te caes”, “ si no le sacas la punta al lápiz no te sirve”, “el sol es amarillo, no verde”, “ponte la chaqueta que hace frio”, “no estés descalzo, que te ensucias los pies”. Tu hijo necesita sentir las cosas para que entienda que hay consecuencias y que él es capaz de tomar decisiones. Claro está que hay limites, y la seguridad integral, no es negociable.
- Súper mamá o súper papá al rescate: Si. Es inevitable ver a ese pedacito de ti como alguien indefenso, pero es necesario que no lo rescates de todas las situaciones. Cree en tu hijo, él puede hacerse cargo de las cosas. Si haces las cosas por él hoy, estás quitándole la oportunidad de saber resolver conflictos, de tolerar las dificultades y poder salir adelante en situaciones complejas.
- Es importante que enseñes a tu hijo que la critica (sana) existe, que a veces las cosas pueden mejorar y que no todo es perfecto. En la vida siempre va a tener retos y metas que alcanzar, no le hagas pensar que todo es fácil.
- Decirle que “no” o “no en este momento”, es necesario, es una forma de enseñarle que, a veces, hay que esperar o no se puede obtener lo que uno quiere. Siempre acompáñalo de la mano de argumentos.
- Modela el comportamiento que quieres que tu hijo tenga. Esa es la mejor herramienta que tienes. No puedes pedir algo, que ni siquiera eres capaz de hacer. Un niño pequeño, es más visual que auditivo, por lo tanto las acciones que observa, son las que imita. Si bien la palabra acompaña y ayuda el desarrollo del lenguaje, es más difícil de comprender y procesar, por eso el ejemplo es la herramienta más eficaz que tenemos para la crianza.